La respuesta a muchas preguntas es: «el refuerzo»

Y seguimos con los reforzadores!!
Nada como empezar nueva intervención para repasar los pilares fundamentales de la técnica, y por supuesto para autoanalizar nuestra forma de aplicarla. Como parte de este análisis, muchas preguntas acabarán teniendo como respuesta el refuerzo. ¿Por qué el niño no responde?, ¿por qué pierde la atenció tan rápido?, ¿por qué se equivoca de forma continuada?, … ¿Quizás por el refuerzo?. Muchas veces cambiando nuestra actuación sobre el reforzador, conseguiremos mejores resultados.
 
Deberemos tener en cuenta por ejemplo:
a. ¿Hemos «contratado» un reforzador previo a la demanda?. Es decir, ¿le hemos informado de que es lo que conseguirá tras su respuesta correcta?.
 
b. ¿Cuánto tiempo le exponemos al refuerzo a modo de «contratación»?. En ocasiones observamos que no hay una única respuesta válida y que como siempre la respuesta estará en el peque. Dicho de otra forma, en la individualización.
Hay niños que necesitarán una contratación de refuerzo más larga, y otros que precisarán que esta sea de apenas unos segundos.
Muchas veces el «cómo» hacer esta contratación estará relacionada con el tiempo que lleve el niño en intervención, o como avanza su propio desarrollo.
Otras veces, la prolongación en la contratación dependerá del mismo refuerzo. Por ejemplo si vamos a ponerle una canción en la tablet, puede bastar con que vea la tablet con la canción preparada.
Por otro lado otra variable puede ser la experiencia sobre el refuerzo mostrado. Si usamos un refuerzo muy novedoso es posible que necesiten más tiempo para disfrutarlo, y a la vez a nosotros nos permitirá conocer si un reforzador es efectivo o no lo es.

 

c. Cuando el reforzador usado deja de ser efectivo, ¿somos capaces de anticiparnos y sustituirlo por otro?.
Puede suceder que abusemos mucho de un mismo reforzador y que sigamos presentando demandas. El reforzador perderá efectividad, y el niño puede dejar de responder. Si prolongamos la situación podemos estar exponiéndole a respuestas incorrectas o a patrones de ayudas innecesarios.
 
d. ¿El niño tiene acceso a esos reforzadores en su tiempo libre?. A veces nos encontramos que el niño ha estado jugando con juguetes u objetos que usamos habitualmente en las sesiones. Esta sobre exposición puede acarrear un efecto de saciedad hacia los mismos por lo que es posible que debamos dejar de usarlos temporalmente, y probar nuevos.
 
e. ¿El refuerzo incrementa conductas autoestimulatorias?. En ocasiones usamos, consciente o inconscientemente, reforzadores que tienen un componente autoestimulatorio. Porque:                                                  – Imitamos con objetos sus propio repertorio de autoestimulaciones. Por ejemplo, a veces el peque tiene en su repertorio pocas habilidades y nos es difícil encontrar reforzadores efectivos, por lo que podemos tender a usar refuerzos de este tipo.
– Porque en objetos tradicionales el niño encuentra una motivación intrínseca. Por ejemplo pasamos un coche pero él solo mira las ruedas.
– Porque usamos objetos que aunque típicos, esconden una autoestimulación.  Por ejemplo teclear en un órgano cuando no tienes conocimiento sobre música, puede ser una autoestimulación, o lanzar una pelota puede pasar por una actividad muy típica o apropiada pero según como puede desencadenar en autoestimulación.
 
Debemos además observar si tras la aplicación de estos reforzadores, se incrementa de forma genérica la conducta de autoestimulación.
Por otro lado, debemos mantenernos en continua búsqueda de nuevos refuerzos, acudir al condicionamiento de nuevos si es preciso, y no desistir en el acompañamiento social a cualquier reforzador.
 
f. Junto con el punto anterior, puede suceder que dejemos un uso individual de algunos objetos, y si no nos implicamos socialmente en el juego, puede resultar compleja la transición de reforzador  a  demanda.
 
Estos son solo algunos de los aspectos que podemos tener en cuenta.
 
En la búsqueda de reforzadores (recomendable programar un tiempo de sesión para este objetivo), podemos pensar en clasificaciones como:
 
1) Coger un mismo objeto y pensar de cuántas maneras podríamos usarlo. Por ejemplo una cera: «hacer masajes con ella», «colorear», «hacerla rodar», «unirla a una peonza», «ponerla dentro de un globo», …
2) Pensar en una acción y aplicarla con diferentes objetos. Por ejemplo «volar». Podemos buscar diferentes objetos como «globo», «avión de papel», «pelota», «lanza cohetes», «paracaidista», etc.
 
3) Analizando el input sensorial que predomina.  Predomina más lo visual (luces, cosas que caen, efectos 3D, …), lo auditivo (sonidos, canciones, …), lo táctil (texturas diversas), lo motor (el movimiento en general o por partes), etc.
 
¿Qué es lo que más le gusta a nuestro peque?, ¿en que dirección debemos seguir buscando nuevos refuerzos?. Te animo a seguir conociendo a tus peques y a individualizar mucho tus sesiones.
Nada como divertirte en las sesiones a la vez que ellos lo pasan bien!!