Trabajar con niños con autismo, durante estos 19 años, me ha permitido conocer muy de cerca el funcionamiento del desarrollo infantil. En los niños con trastorno generalizado del desarrollo (TGD), trabajamos confeccionando minuciosamente cada uno de los peldaños que llevará al niño a alcanzar el siguiente nivel. Se trabaja por diseñar a medida, y con un plan muy individualizado, cada uno de los pasos que deben darse para conseguir el «éxito» en el aprendizaje.

El decalaje entre las habilidades, la búsqueda milimétrica de lo que el niño hace y lo que no hace, esa línea fina que nos indica el punto por el que se debe seguir trabajando, la descomposición de las tareas en partes tan pequeñas como el niño necesite, y el análisis de su comportamiento en términos de ¿para qué hace esto?, ¿qué pretende conseguir?, ¿cual es la función de su conducta?, … nos lleva a ser grandes observadores del desarrollo y el comportamiento.

En el retraso generalizado de habilidades, que los niños con autismo presentan, se trabaja muy de cerca por el incremento de la atención, la duración de la respuesta, las tareas de discriminación visual antes de añadir etiquetas de lenguaje, el desarrollo del área de imitación como gran maestro del desarrollo, el lenguaje comprensivo y expresivo de lo más concreto a lo más abstracto con un amplio abanico de formatos y modalidades, que incluyen todos y cada uno de los conceptos implicados en el desarrollo del lenguaje y de la comunicación.

Por mi experiencia, y por la efectividad probada de la modificación de la conducta, y la forma específica de trabajar por el desarrollo, es por lo que considero que este tipo de metodología, debe llegar también a otros diagnósticos. De esta breve explicación, se nutre el desarrollo de Proyecto Kairos.